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miércoles, 30 de septiembre de 2015
jueves, 26 de marzo de 2015
Deseaba ser humana, dejar de vivir enclaustrada debajo del vidrio, quería ser participe de las locuras de los fantasmas, cómo los llamaba. Creía que alguna vez había poseído una piel que había sido tan lisa, ni fría, un cuerpo lleno de bordes y fisuras. Había sido como los seres que veía en espejo del espejo en frente del cual estaba colocada. Aquellos cuerpos no eran como el suyo, no tenían esa fragilidad, no se rompían ni con los más bruscos movimientos, era fascinante ver la forma en como se retorcían adquiriendo formas raras, se entrelazaban de manera única, sus cuerpos parecían aceitarse y sus bocas parecían inventar otro lenguaje. Se fundían en líneas largas, interminables tramos de piel que parecían moldearse a capricho del otro, como los envidiaba...
lunes, 23 de marzo de 2015
I am Vertical
by Sylvia Plath
But I would rather be horizontal.
I am not a tree with my root in the soil
Sucking up minerals and motherly love
So that each March I may gleam into leaf,
Nor am I the beauty of a garden bed
Attracting my share of Ahs and spectacularly painted,
Unknowing I must soon unpetal.
Compared with me, a tree is immortal
And a flower-head not tall, but more startling,
And I want the one's longevity and the other's daring.
Tonight, in the infinitesimal light of the stars,
The trees and the flowers have been strewing their cool odors.
I walk among them, but none of them are noticing.
Sometimes I think that when I am sleeping
I must most perfectly resemble them --
Thoughts gone dim.
It is more natural to me, lying down.
Then the sky and I are in open conversation,
And I shall be useful when I lie down finally:
Then the trees may touch me for once, and the flowers have time for me.
Soy vertical
Mejor querría ser horizontal.
No soy un árbol con raíces hondas
en tierra, sorbiendo minerales y amor materno,
refloreciendo así de marzo en marzo,
reluciente, ni orgullo de parterre
blanco de admirativos gritos, muy repintado,
y a punto, ignaro, de perder sus pétalos.
Comparado conmigo es inmortal
el árbol, y las flores más audaces:
querría la edad del uno, la temeridad de las otras.
Esta noche, en luz infinitésima
de estrellas, árboles y flores
han esparcido su frescura aulente.
Yo entre ellos me paseo, no me ven, cuando duermo
a veces pienso que me les hermano
más que nunca: mi mente descaece.
Resulta más normal, echada. El cielo
y yo trabamos conversación abierta, así seré
más útil cuando por fin me una con la tierra.
Árbol y flor me tocarán, veránme.
Mejor querría ser horizontal.
No soy un árbol con raíces hondas
en tierra, sorbiendo minerales y amor materno,
refloreciendo así de marzo en marzo,
reluciente, ni orgullo de parterre
blanco de admirativos gritos, muy repintado,
y a punto, ignaro, de perder sus pétalos.
Comparado conmigo es inmortal
el árbol, y las flores más audaces:
querría la edad del uno, la temeridad de las otras.
Esta noche, en luz infinitésima
de estrellas, árboles y flores
han esparcido su frescura aulente.
Yo entre ellos me paseo, no me ven, cuando duermo
a veces pienso que me les hermano
más que nunca: mi mente descaece.
Resulta más normal, echada. El cielo
y yo trabamos conversación abierta, así seré
más útil cuando por fin me una con la tierra.
Árbol y flor me tocarán, veránme.
sábado, 21 de marzo de 2015
Noche
Sin
descanso la noche
Avanza
y se difunde
Sobre
el mundo que duerme,
Mientras
un aviador asciende entre las nubes;
Se
adentra en el oleaje
Fluctuante
de la niebla,
Se
vuelve una inicial sobre una sábana,
Una
pequeña cruz bordada en tela.
Allá
abajo los bares
Nocturnos,
los cuarteles,
Ciudades
extranjeras y estaciones,
Maquinistas
y trenes.
Una
sombra de ala se recorta
En
toda su extensión contra una nube.
Los
astros por lo negro, silenciosos,
Vagan
en muchedumbre.
Y
quién sabe hacia cuáles
Desconocidos
universos,
Con
terrible, terrible inclinación,
La
Vía Láctea extiende su sendero.
En
espacios sin fin los continentes
Incesantes
llamean.
En
las calderas, en los sótanos,
Los
fogoneros velan.
En
París, bajo el filo de los techos
Venus
o Marte
Se
asoman para ver qué nueva farsa
Proclama
el manifiesto.
Y
allá, en un resplandor de lejanías,
Hay
quien no puede conciliar el sueño
En
la antigua buhardilla
Recubierta
de tejas.
Él
contempla el planeta
Como
si el firmamento
Fuese
el único objeto
Del
afán de sus noches.
No
te adormezcas, no duermas, trabaja,
No
hagas un alto en tu tarea,
No
duermas, lucha contra el sueño,
Lo
mismo que el piloto, o que la estrella.
No
duermas, artista, no duermas,
No
te entregues al sueño.
Que
de lo eterno tú eres el rehén
En
la prisión del tiempo.
Boris Pasternak
Boris Pasternak
jueves, 19 de marzo de 2015
Ven, ven así te beso
Edvard Munch The Kiss 1897
Ven.
Ven. Así. Te beso...
Ven.
Ven. Así. Te beso. Te arranco. Te arrebato. Te compruebo en lo oscuro, ardiente
oscuridad, abierta, negra,
oculta
derramada golondrina, oh tan azul, de negra, palpitante. Oh así, así, ansiados,
blandos labios undosos,
piel
de rosa o corales delicados, tan finos. Así, así, absorbidos, más y más, succionados.
Así, por todo el tiempo.
Muy
de allá, de lo hondo, dulces ungüentos desprendidos, amados, bebidos con
frenesí, amor hasta desesperados.
Mi
único, mi solo, solitario alimento, mi húmedo, lloviznado en mi boca, resbalado
en mi ser. Amor. Mi amor.
Ay,
ay. Me dueles. Me lastimas. Ráspame, límame, jadéame tú a mí, comienza y
recomienza, con dientes y garganta,
muriendo,
agonizando, nuevamente volviendo, falleciendo otra vez, así por siempre, para
siempre, en lo oscuro, quemante
oscuridad, uncida noche, amor, sin morir y muriendo, amor, amor, amor,
eternamente.
Rafael Alberti
miércoles, 18 de marzo de 2015
Embriáguense
Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.
Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:
“¡Es hora de embriagarse!
Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo,
¡embriáguense, embriáguense sin cesar!
De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.
Charles Baudelaire
martes, 17 de marzo de 2015
Fluído
Eres una cortina
inmensa y caprichosa,
desciendes para
crear un movimiento agitado,
luego resbalas
cortina efervescente, y pones en peligro un deseo,
te cierras, yo
no te quiero ausente,
solo deja caer
sobre mí, porción placentera de tu velo húmedo y calmante,
creación de
supernovas en mis neuronas y dermis
que desea ser
coloreada con tu manto raudo y transparente,
envidia
lujuriosa del agua en que bailas pretendiendo ser feliz por tu destierro.
Pero sé con
tristeza que aunque sea yo tu suelo para danzar,
las caricias son
nada más instantes, pedazos de locura,
un refrescante
placer que desaparecerá;
y ruego por el
retorno de tu furia temporal,
para que te
arrojes sobre mí y otra vez mi cuerpo vengas a sepultar.
Brenda De Gress
jueves, 12 de marzo de 2015
Nunca sentí ningún arraigo, al menos
no un apego fuerte por el lugar que abandoné, yo siento un arraigo por la tierra que
me hace feliz, aunque mía no sea. Pensé que estaría aquí menos tiempo, jamás imaginé que sería
seducida de tal forma por la Sandunga, el mole, el agave, los grillos, las
tehuanas, el sol desmesurado, la cantera verde; las flores. Puedo ser de ninguno o de todos
los lugares, esta noche soy oaxaqueña…
B.D. G.
La Llorona
fragmento
fragmento
canción típica del Itsmo de Tehuantepec, Oaxaca
Salías del templo un día, Llorona,
Cuando al pasar yo te vi,
Salías del templo un día, Llorona,
Cuando al pasar yo te vi,
Hermoso huipil de blonda llevabas,
Que la Virgen te creí.
Todos me dicen el negro, Llorona,
Negro pero cariñoso,
Yo soy como el chile verde, Llorona,
Picante pero sabroso.
Ay de mí, Llorona, Llorona,
Llorona de azul celeste,
Aunque la vida me cueste, Llorona,
no dejaré de quererte.
Ay de mí, Llorona, Llorona,
Llorona llévame al río,
Tápame con tu rebozo, Llorona,
Porque me muero de frío.
No sé que tienen las flores Llorona,
Las flores del camposanto,
Que cuando las mueve el viento, Llorona,
Parece que están llorando.
Cuando al pasar yo te vi,
Salías del templo un día, Llorona,
Cuando al pasar yo te vi,
Hermoso huipil de blonda llevabas,
Que la Virgen te creí.
Todos me dicen el negro, Llorona,
Negro pero cariñoso,
Yo soy como el chile verde, Llorona,
Picante pero sabroso.
Ay de mí, Llorona, Llorona,
Llorona de azul celeste,
Aunque la vida me cueste, Llorona,
no dejaré de quererte.
Ay de mí, Llorona, Llorona,
Llorona llévame al río,
Tápame con tu rebozo, Llorona,
Porque me muero de frío.
No sé que tienen las flores Llorona,
Las flores del camposanto,
Que cuando las mueve el viento, Llorona,
Parece que están llorando.
lunes, 9 de marzo de 2015
Tasseludi
Inspirado en Italo Calvino.
Tasseludi
Tasseludi era un pequeño pueblo
donde la gente no conocía las líneas rectas, solo las curvas; no sabía de
ángulos, de líneas paralelas o perpendiculares, por lo tanto, no había cuadrados,
rombos, rectángulos o triángulos, todo era y estaba hecho nada más que de
figuras curvas. Los humanos de Tasseludi eran similares a los de cualquier otro
lado, salvo que sus cuerpos eran un poco más curvilíneos y alargados, no tenían
articulaciones, sus brazos y piernas eran largos espirales, cual resortes; así
que cuando sus habitantes no flotaban, se desplazaban a saltos.
Toda su ropa estaba hecha de una
curiosa e interesante trama de trenzas y caracoles, quizá porque la mano de ellos
tenía dicha terminación, cuando uno miraba de cerca su cuerpo, se daba cuenta
que no tenían poros, su piel era un tejido de hermosos e hipnóticos fractales,
los cuales cambiaban de color según la hora del día y la luz. Su lenguaje era
la cosa más bella y más suave que yo hubiera escuchado, una caricia a mis
oídos, nunca antes había estado ante un sonido similar, un líquido ambarino se
deslizaba por el pabellón de mi oído cada vez que los oía hablar, y he de
mencionar que esta parte del cuerpo era para ellos una de las más bellas y apreciadas;
la llenaban de dibujos, le colgaban hilos de colores o pasaban varios momentos del día
aceitándolas, algunos otros las adornaban de largos bucles hechos de metal.
Cuando uno estaba en Tasseludi, sentía formar parte de la naturaleza como nunca
antes, era uno con ella en verdad, a donde mirara todo era armónico, las curvas
de cada construcción no dejaban distinguir donde acababa la creación de la naturaleza
y donde comenzaba la edificación de los hombres, los cables en las calles eran
una especie líneas semitransparentes, como un líquido flotando en un cielo que
no admitía gravedad, todo era marte de una magnifica proporción aurea. Los
edificios eran cóncavos, convexos y contorsionados, ninguna construcción tenía
ángulos; los balcones, los techos, las puertas, no era nada más que curvas y
espirales, todo ahí era bello y serpenteante, los muebles, las ventanas, arcos y
ondulaciones por todos lados. Cuando el viento soplaba parecía llevarse las paredes
y edificios dejando hélices en el aire. Los pilares de las iglesias y casas eran
lianas o enredaderas de mármol y acero que se descomponían sutilmente para
transformarse otras construcciones, creando sombras llenas de exquisitas
redondeces.
Al hablar, se alcanzaban a percibir las
ondas del sonido viajando por el aire, sobre todo en las conversaciones más
íntimas y sinceras, y cuando alguien cantaba, delante de su boca se iban
dibujando los más bellos diseños. El agua de lluvia caía de forma muy
diferente, era como si las gotas fueran plumas cayendo y serpenteando el
ambiente antes de llegar al suelo, el cual parece una gran alfombra de flores, es
un tapiz que recubre todo el pueblo, pintado por las morwilianas, aves que
anuncian el cambio de estación, cada verano sacan sus enormes lenguas y van
pintando con ellas entramados de ramas y flores que las nubes reflejan,
mientras hacen su danza de apareamiento. Es una delicia ir flotando en
Tasseludi y contemplar el suelo creado por las morwilianas.
Recuerdo la vez que estuve ahí, no sé
cómo llegué pero un día desperté ahí, había pasado mucho tiempo contemplando un
vitral, admirando como el vidrio de colores transformaba la figura de algunas
hojas que colgaban del otro lado de este, una luz me cegó por instante, después
de eso solo recuerdo que estaba flotando sobre una cama de vidrio esmerilado,
poco a poco la luz que pasaba a través de ella fue tejiendo mi nueva ropa,
mientras mi cabellos se hacían más largos, curvos y ligeros mis pies
desaparecían y mis extremidades se transformaban en espirales. Pasé varias
semanas ahí, había olvidado de donde venía, ya no importaba, hasta que un día
doblé mi cuello de cierta forma y este creó un ángulo, y sin darme cuenta me
alejé de Tasseludi, cuando me di cuenta ya no estaba flotando, y otra vez mi
cuerpo era normal. Traté de regresar, pero nunca encontré el camino, me puse
frente al mismo vitral, pero la luz nunca lo acarició de la misma forma,
cerraba y abría los ojos, intentando aparecer otra vez en Tasseludi, nunca
sucedió. Dicen que algunas personas como Antoni Gaudí, Víctor Horta y Héctor
Guimard, una vez viajaron también a ese lugar…
Brenda De Gress
En la imagen, "Hôtel Tassel" Víctor Horta, Bruselas.
viernes, 6 de marzo de 2015
Se vende alebrije
Se vende alebrije, su nombre es Brendonia,
un poco desorientado, todo lo demás en buenas condiciones, soporta cualquier
clima, fríos acuchilladores o calores extremos, arena o hielo, no requiere
ningún lujo, es adaptable a cualquier sitio y horario. Sus pies pequeños gustan
de caminar por largo rato, escuchando caleidoscopios musicales, manos con dedos
que desmoronan azúcar, quesos fuertes y chocolate amargo. Lleva una brújula
calibrada a la aventura y pláticas estereofónicas bajo Orión, Casiopea o Tauro,
muslos para viajes largos en carreteras inhóspitas, playas lejanas y
campamentos en bosques profundos; lo cual hace que su cuerpo sea resistente
para deportes extremos, tornados, caídas, aguas furiosas, trenes desbocados y tablas
en mares un poquito alebrestados, por eso lleva su piel de diversos colores y
tonos de morado, sobre su piel va cargando un poco de art nouveau, pero no se
preocupe, dichos colores van acompañados de otros adornos los cuales a veces puede
tomar prestados. Al beber café su cuerpo se puede volver de madera, una
guitarra flamenca cubierta de plumas rosas aterciopeladas; festivas, alegres y
desordenadas, se van desprendiendo mientras camina, observándolo todo y
admirando cada detalle y color a su paso, son estos los momentos cuando su
alebrije puede entrar a su cocina y preparar toda clase de platillos para usted,
mientras le habla de historia y le grazna alegres canciones en idiomas raros de
sitios muy apartados.
Solo hay que tener un pequeño cuidado,
porque a veces, según la hora, el día o la estación del año, sus plumas transmutan
casi sin darse cuenta hasta volverse negras, un color a medio tornasolado,
entonces camina despacio y de su boca salen ritmos de notas góticas, tonadas de
compositores muy tristes y muy rusos, junto con algún que otro poema de Baudelaire
o Rimbaud, en esos momentos deja de parlotear y habla poco, pero no se
preocupe, no dura mucho, disfrute su momento de calma, háblele, su Brendonia lo
escuchara con atención y gusto, o le narrará de películas mudas, de fotos en
blanco y negro y de castillos lejanos. Y si tardara un poco más en ese estado,
no hay nada que no se arregle aventándolo al mar, en el caso de que este no se tuviera
cerca, tan solo arrójele unos puños de sal y expóngalo al sol un rato, ninguna
cosa que no se componga lavándole los oídos con jabón espumoso de café y
poniéndole a escuchar un par de guitarras manouche, bossa y trompetas de jazz con
ritmo sincopado, mientras su alebrije recuperado lo lleva a tocar la lisura de
sus piedras mayas, le teje sombreros, bufandas o zapatos, le da mimos a su
perro mientras le enseña a bailar flamenco, le busca nuevos nombres a su gato,
le lima las uñas cantando un tango y ordena alegremente su cuarto.
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