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jueves, 26 de marzo de 2015




Deseaba ser humana, dejar de vivir enclaustrada debajo del vidrio, quería ser participe de las locuras de los fantasmas, cómo los llamaba. Creía que alguna vez había poseído una piel que había sido tan lisa, ni fría, un cuerpo lleno de bordes y fisuras. Había sido como los seres que veía en espejo del espejo en frente del cual estaba colocada. Aquellos cuerpos no eran como el suyo, no tenían esa fragilidad, no se rompían ni con los más bruscos movimientos, era fascinante ver la forma en como se retorcían adquiriendo formas raras, se entrelazaban de manera única, sus cuerpos parecían aceitarse y sus bocas parecían inventar otro lenguaje. Se fundían en líneas largas, interminables tramos de piel que parecían moldearse a capricho del otro, como los envidiaba...

lunes, 23 de marzo de 2015



I am Vertical  
by Sylvia Plath

But I would rather be horizontal.
I am not a tree with my root in the soil
Sucking up minerals and motherly love
So that each March I may gleam into leaf,
Nor am I the beauty of a garden bed
Attracting my share of Ahs and spectacularly painted,
Unknowing I must soon unpetal.
Compared with me, a tree is immortal
And a flower-head not tall, but more startling,
And I want the one's longevity and the other's daring.

Tonight, in the infinitesimal light of the stars,
The trees and the flowers have been strewing their cool odors.
I walk among them, but none of them are noticing.
Sometimes I think that when I am sleeping
I must most perfectly resemble them --
Thoughts gone dim.
It is more natural to me, lying down.
Then the sky and I are in open conversation,
And I shall be useful when I lie down finally:
Then the trees may touch me for once, and the flowers have time for me.


Soy vertical
Mejor querría ser horizontal.
No soy un árbol con raíces hondas
en tierra, sorbiendo minerales y amor materno,
refloreciendo así de marzo en marzo,
reluciente, ni orgullo de parterre
blanco de admirativos gritos, muy repintado,
y a punto, ignaro, de perder sus pétalos.
Comparado conmigo es inmortal
el árbol, y las flores más audaces:
querría la edad del uno, la temeridad de las otras.

Esta noche, en luz infinitésima
de estrellas, árboles y flores
han esparcido su frescura aulente.
Yo entre ellos me paseo, no me ven, cuando duermo
a veces pienso que me les hermano
más que nunca: mi mente descaece.
Resulta más normal, echada. El cielo
y yo trabamos conversación abierta, así seré
más útil cuando por fin me una con la tierra.
Árbol y flor me tocarán, veránme.

domingo, 22 de marzo de 2015


La proporción áurea es la perfecta

 cadencia y métrica de la poesía en 

 la naturaleza, de la belleza lírica de cada

 ecosistema

sábado, 21 de marzo de 2015



 Noche

Sin descanso la noche
Avanza y se difunde
Sobre el mundo que duerme,
Mientras un aviador asciende entre las nubes;
Se adentra en el oleaje
Fluctuante de la niebla,
Se vuelve una inicial sobre una sábana,
Una pequeña cruz bordada en tela.
Allá abajo los bares
Nocturnos, los cuarteles,
Ciudades extranjeras y estaciones,
Maquinistas y trenes.
Una sombra de ala se recorta
En toda su extensión contra una nube.
Los astros por lo negro, silenciosos,
Vagan en muchedumbre.
Y quién sabe hacia cuáles
Desconocidos universos,
Con terrible, terrible inclinación,
La Vía Láctea extiende su sendero.
En espacios sin fin los continentes
Incesantes llamean.
En las calderas, en los sótanos,
Los fogoneros velan.
En París, bajo el filo de los techos
Venus o Marte
Se asoman para ver qué nueva farsa
Proclama el manifiesto.
Y allá, en un resplandor de lejanías,
Hay quien no puede conciliar el sueño
En la antigua buhardilla
Recubierta de tejas.
Él contempla el planeta
Como si el firmamento
Fuese el único objeto
Del afán de sus noches.
No te adormezcas, no duermas, trabaja,
No hagas un alto en tu tarea,
No duermas, lucha contra el sueño,
Lo mismo que el piloto, o que la estrella.
No duermas, artista, no duermas,
No te entregues al sueño.
Que de lo eterno tú eres el rehén
En la prisión del tiempo.

Boris Pasternak


jueves, 19 de marzo de 2015


Ven, ven así te beso
               Edvard Munch The Kiss 1897

Ven. Ven. Así. Te beso...

Ven. Ven. Así. Te beso. Te arranco. Te arrebato. Te compruebo en lo oscuro, ardiente oscuridad, abierta, negra,
oculta derramada golondrina, oh tan azul, de negra, palpitante. Oh así, así, ansiados, blandos labios undosos,
piel de rosa o corales delicados, tan finos. Así, así, absorbidos, más y más, succionados. Así, por todo el tiempo.
Muy de allá, de lo hondo, dulces ungüentos desprendidos, amados, bebidos con frenesí, amor hasta desesperados.
Mi único, mi solo, solitario alimento, mi húmedo, lloviznado en mi boca, resbalado en mi ser. Amor. Mi amor.
Ay, ay. Me dueles. Me lastimas. Ráspame, límame, jadéame tú a mí, comienza y recomienza, con dientes y garganta,
muriendo, agonizando, nuevamente volviendo, falleciendo otra vez, así por siempre, para siempre, en lo oscuro, quemante oscuridad, uncida noche, amor, sin morir y muriendo, amor, amor, amor, eternamente.

                             Rafael Alberti

miércoles, 18 de marzo de 2015



Embriáguense

Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.

Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.

Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán: 
“¡Es hora de embriagarse! 
Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, 
¡embriáguense, embriáguense sin cesar! 
De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.

  Charles Baudelaire


"El estudio de la belleza es un duelo en que el 


artista da gritos de terror antes de caer 


vencido"



Charles Baudelaire

martes, 17 de marzo de 2015


Fluído
   

Eres una cortina inmensa y caprichosa,
desciendes para crear un movimiento agitado,
luego resbalas cortina efervescente, y pones en peligro un deseo,
te cierras, yo no te quiero ausente,
solo deja caer sobre mí, porción placentera de tu velo húmedo y calmante,
creación de supernovas en mis neuronas y dermis
que desea ser coloreada con tu manto raudo y transparente,
envidia lujuriosa del agua en que bailas pretendiendo ser feliz por tu destierro.
Pero sé con tristeza que aunque sea yo tu suelo para danzar,
las caricias son nada más instantes, pedazos de locura,
un refrescante placer que desaparecerá;
y ruego por el retorno de tu furia temporal,
para que te arrojes sobre mí y otra vez mi cuerpo vengas a sepultar.
Brenda De Gress

viernes, 13 de marzo de 2015

jueves, 12 de marzo de 2015


Nunca sentí ningún arraigo, al menos no un apego fuerte por el lugar que abandoné, yo siento un arraigo por la tierra que me hace feliz, aunque mía no sea. Pensé que estaría aquí menos tiempo, jamás imaginé que sería seducida de tal forma por la Sandunga, el mole, el agave, los grillos, las tehuanas, el sol desmesurado, la cantera verde; las flores. Puedo ser de ninguno o de todos los lugares, esta noche soy oaxaqueña…
    B.D. G.
La  Llorona
fragmento
canción típica del Itsmo de Tehuantepec, Oaxaca

Salías del templo un día, Llorona,
Cuando al pasar yo te vi,
Salías del templo un día, Llorona,
Cuando al pasar yo te vi,
Hermoso huipil de blonda llevabas,
Que la Virgen te creí.


Todos me dicen el negro, Llorona,
Negro pero cariñoso,
Yo soy como el chile verde, Llorona,
Picante pero sabroso.


Ay de mí, Llorona, Llorona,
Llorona de azul celeste,
Aunque la vida me cueste, Llorona,
no dejaré de quererte.


Ay de mí, Llorona, Llorona,
Llorona llévame al río,
Tápame con tu rebozo, Llorona,
Porque me muero de frío.


No sé que tienen las flores Llorona,
Las flores del camposanto,
Que cuando las mueve el viento, Llorona,
Parece que están llorando.

miércoles, 11 de marzo de 2015



     El cielo es una red cuajada de peces sombríos. 

     Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. 
    Pablo Neruda

martes, 10 de marzo de 2015


"Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal:

 

 está en nuestras lágrimas y en el mar"

Khalil Gibran




lunes, 9 de marzo de 2015


¿En las mejillas de quien y por qué habrán estado antes de que salieran por mis ojos? Y cuando mis lágrimas dejen de pertenecerme, ¿a ojos de quien y que tan lejos irán a parar?


Brenda De Gress

Tasseludi


Inspirado en Italo Calvino.


Tasseludi

Tasseludi era un pequeño pueblo donde la gente no conocía las líneas rectas, solo las curvas; no sabía de ángulos, de líneas paralelas o perpendiculares, por lo tanto, no había cuadrados, rombos, rectángulos o triángulos, todo era y estaba hecho nada más que de figuras curvas. Los humanos de Tasseludi eran similares a los de cualquier otro lado, salvo que sus cuerpos eran un poco más curvilíneos y alargados, no tenían articulaciones, sus brazos y piernas eran largos espirales, cual resortes; así que cuando sus habitantes no flotaban, se desplazaban a saltos.

           Toda su ropa estaba hecha de una curiosa e interesante trama de trenzas y caracoles, quizá porque la mano de ellos tenía dicha terminación, cuando uno miraba de cerca su cuerpo, se daba cuenta que no tenían poros, su piel era un tejido de hermosos e hipnóticos fractales, los cuales cambiaban de color según la hora del día y la luz. Su lenguaje era la cosa más bella y más suave que yo hubiera escuchado, una caricia a mis oídos, nunca antes había estado ante un sonido similar, un líquido ambarino se deslizaba por el pabellón de mi oído cada vez que los oía hablar, y he de mencionar que esta parte del cuerpo era para ellos una de las más bellas y apreciadas; la llenaban de dibujos, le colgaban hilos de colores  o pasaban varios momentos del día aceitándolas, algunos otros las adornaban de largos bucles hechos de metal. Cuando uno estaba en Tasseludi, sentía formar parte de la naturaleza como nunca antes, era uno con ella en verdad, a donde mirara todo era armónico, las curvas de cada construcción no dejaban distinguir donde acababa la creación de la naturaleza y donde comenzaba la edificación de los hombres, los cables en las calles eran una especie líneas semitransparentes, como un líquido flotando en un cielo que no admitía gravedad, todo era marte de una magnifica proporción aurea. Los edificios eran cóncavos, convexos y contorsionados, ninguna construcción tenía ángulos; los balcones, los techos, las puertas, no era nada más que curvas y espirales, todo ahí era bello y serpenteante, los muebles, las ventanas, arcos y ondulaciones por todos lados. Cuando el viento soplaba parecía llevarse las paredes y edificios dejando hélices en el aire. Los pilares de las iglesias y casas eran lianas o enredaderas de mármol y acero que se descomponían sutilmente para transformarse otras construcciones, creando sombras llenas de exquisitas redondeces.

     Al hablar, se alcanzaban a percibir las ondas del sonido viajando por el aire, sobre todo en las conversaciones más íntimas y sinceras, y cuando alguien cantaba, delante de su boca se iban dibujando los más bellos diseños. El agua de lluvia caía de forma muy diferente, era como si las gotas fueran plumas cayendo y serpenteando el ambiente antes de llegar al suelo, el cual parece una gran alfombra de flores, es un tapiz que recubre todo el pueblo, pintado por las morwilianas, aves que anuncian el cambio de estación, cada verano sacan sus enormes lenguas y van pintando con ellas entramados de ramas y flores que las nubes reflejan, mientras hacen su danza de apareamiento. Es una delicia ir flotando en Tasseludi y contemplar el suelo creado por las morwilianas.      

      Recuerdo la vez que estuve ahí, no sé cómo llegué pero un día desperté ahí, había pasado mucho tiempo contemplando un vitral, admirando como el vidrio de colores transformaba la figura de algunas hojas que colgaban del otro lado de este, una luz me cegó por instante, después de eso solo recuerdo que estaba flotando sobre una cama de vidrio esmerilado, poco a poco la luz que pasaba a través de ella fue tejiendo mi nueva ropa, mientras mi cabellos se hacían más largos, curvos y ligeros mis pies desaparecían y mis extremidades se transformaban en espirales. Pasé varias semanas ahí, había olvidado de donde venía, ya no importaba, hasta que un día doblé mi cuello de cierta forma y este creó un ángulo, y sin darme cuenta me alejé de Tasseludi, cuando me di cuenta ya no estaba flotando, y otra vez mi cuerpo era normal. Traté de regresar, pero nunca encontré el camino, me puse frente al mismo vitral, pero la luz nunca lo acarició de la misma forma, cerraba y abría los ojos, intentando aparecer otra vez en Tasseludi, nunca sucedió. Dicen que algunas personas como Antoni Gaudí, Víctor Horta y Héctor Guimard, una vez viajaron también a ese lugar…

Brenda De Gress

En la imagen, "Hôtel Tassel" Víctor Horta, Bruselas.


viernes, 6 de marzo de 2015





                                                                     Brenda De Gress

Si uno guarda silencio por un instante y mira al horizonte, escondido entre el ruido de lo mundano se oye el sonido de la eternidad. 
Brenda De Gress
¡Y ante todo está el mar! ¡El mar! Ritmo de divagaciones. ¡El mar! Con su baba y con su epilepsia.
       Oliverio Girondo


Mis rótulas sobre tus rótulas, y tomé parte del sistema ósea del mar para llevarlo a casa

                                                                                                                                   B.D.Gress

Haiku

Soplo y contemplo
tus hojas desprenderse
graciosas vuelan

Brenda De Gress

Se vende alebrije




       Se vende alebrije, su nombre es Brendonia, un poco desorientado, todo lo demás en buenas condiciones, soporta cualquier clima, fríos acuchilladores o calores extremos, arena o hielo, no requiere ningún lujo, es adaptable a cualquier sitio y horario. Sus pies pequeños gustan de caminar por largo rato, escuchando caleidoscopios musicales, manos con dedos que desmoronan azúcar, quesos fuertes y chocolate amargo. Lleva una brújula calibrada a la aventura y pláticas estereofónicas bajo Orión, Casiopea o Tauro, muslos para viajes largos en carreteras inhóspitas, playas lejanas y campamentos en bosques profundos; lo cual hace que su cuerpo sea resistente para deportes extremos, tornados, caídas, aguas furiosas, trenes desbocados y tablas en mares un poquito alebrestados, por eso lleva su piel de diversos colores y tonos de morado, sobre su piel va cargando un poco de art nouveau, pero no se preocupe, dichos colores van acompañados de otros adornos los cuales a veces puede tomar prestados. Al beber café su cuerpo se puede volver de madera, una guitarra flamenca cubierta de plumas rosas aterciopeladas; festivas, alegres y desordenadas, se van desprendiendo mientras camina, observándolo todo y admirando cada detalle y color a su paso, son estos los momentos cuando su alebrije puede entrar a su cocina y preparar toda clase de platillos para usted, mientras le habla de historia y le grazna alegres canciones en idiomas raros de sitios muy apartados.

       Solo hay que tener un pequeño cuidado, porque a veces, según la hora, el día o la estación del año, sus plumas transmutan casi sin darse cuenta hasta volverse negras, un color a medio tornasolado, entonces camina despacio y de su boca salen ritmos de notas góticas, tonadas de compositores muy tristes y muy rusos, junto con algún que otro poema de Baudelaire o Rimbaud, en esos momentos deja de parlotear y habla poco, pero no se preocupe, no dura mucho, disfrute su momento de calma, háblele, su Brendonia lo escuchara con atención y gusto, o le narrará de películas mudas, de fotos en blanco y negro y de castillos lejanos. Y si tardara un poco más en ese estado, no hay nada que no se arregle aventándolo al mar, en el caso de que este no se tuviera cerca, tan solo arrójele unos puños de sal y expóngalo al sol un rato, ninguna cosa que no se componga lavándole los oídos con jabón espumoso de café y poniéndole a escuchar un par de guitarras manouche, bossa y trompetas de jazz con ritmo sincopado, mientras su alebrije recuperado lo lleva a tocar la lisura de sus piedras mayas, le teje sombreros, bufandas o zapatos, le da mimos a su perro mientras le enseña a bailar flamenco, le busca nuevos nombres a su gato, le lima las uñas cantando un tango y ordena alegremente su cuarto.